Como árbol perdido
en el bosque
me anida la tristeza
y abaten atardeceres
de luces rumorosas
al compás
de la asombrada mirada
de incontados
en las rutas de Babilonia
ni siquiera las noches
de neón se ocupan
de ocultar la vida
de los muertos
amanece mañana
en el Tigris
sin una queja
escribe el viento
en la arena
el alfabeto
de la muerte
a la hora precisa
de la sangre
en esta llaga
del mundo
y no se disipa
la niebla
la sangre es un caudal
de sueños
y sigue derramada
en los cuatro costados
del mundo
5 de agosto 2005
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