jueves, 11 de enero de 2007

Las humanidades o el arte de aprender a vivir

Febrero 2005

Me voy a permitir un comienzo muy sencillo y evidente: Nosotros venimos a la Universidad para aprender y nos encontramos con que tenemos que aprender mas cosas de las que habíamos sospechado, y casi siempre terminamos disgustados con algunas de las cosas que nos dicen que tenemos que aprender necesariamente, como las humanidades. Pero con otras, otros o estos mismos, se sienten satisfechos como la biología, la contabilidad, la psicología y hasta la literatura.

En este contexto tengo que contarles a ustedes la terrible experiencia que me atropelló durante la pasada matrícula el curso de Historia de Puerto Rico, pues bien muchos vinieron a solicitarme que les eliminara el curso, algunos hasta me lo exigieron y dos, por lo menos, se cambiaron de departamento para no tener que coger el curso. Estas personas obviamente querían aprender nada de la historia de Puerto Rico. Como siempre me pregunté ¿Por qué?.

Estoy seguro que ustedes temen que se lo voy a decir aunque no lo quieran, y así es ciertamente, pero no en este momento.

Verán, la palabra aprender significa "adquirir el conocimiento de alguna cosa por medio del estudio o de la experiencia" ambas cosas el estudio y la experiencia, siempre relacionados aunque no simultáneamente, están a su alcance en la universidad. Pero necesitamos llamar la atención sobre el verbo conocer dado que significa "saber la naturaleza y cualidades de algo", que es lo mismo que decir que debemos saber lo que es y como se muestra.

Ahora bien, si venimos a la universidad a aprender

Y aprender es saber la naturaleza y cualidades de algo

¿Cuántas cosas aprendemos?

Es decir ¿de cuantas cosas sabemos su naturaleza y cualidades?

¿Cuántas cosas sabemos realmente lo que son?

Esta pregunta es delicada y nada fácil de responder, porque nos obliga a examinar nuestro conocimiento.

Quizá la entendamos mejor si la formulamos de otra manera como ¿de cuanto de lo que hablamos sabemos realmente? Me temo que si solo habláramos de lo que sabemos realmente, habría muchos silencios.

No obstante esta terrible advertencia, vamos a continuar nuestra investigación que tiene que preguntar necesariamente

¿qué clase de conocimiento se adquiere con las humanidades?

Bueno, podemos distinguir varios tipos de conocimiento.

En la universidad aprendemos a hacer cosas, se nos enseñan técnicas para descubrir microbios, para amontonar átomos, para acentuar, para hablar otra lengua, para hacer cálculos complicados, construir puentes y aviones y tratar a los humanos como recursos de trabajo, etc., se nos enseña a analizar textos, novelas, obras de teatro, aprendemos a investigar los documentos históricos, también esto, aunque no lo parezca son asuntos técnicos. Algunas de estas técnicas pueden funcionar aunque no sepamos lo que son ni a que obedecen, por lo que podríamos catalogarlas como técnicas perfectas.

Y hay otro tipo de conocimiento con el que no aprendemos a hacer cosas porque estudia a aquello que hace las cosas, es decir, al ser humano y por eso decimos que las humanidades son "el estudio del proceso de autocreación del ser humano, tal y como se manifiestan en la cultura de cada pueblo", de manera que el estudio de este proceso debe descubrirnos que es el ser humano y en consecuencia como vive.

Veamos que significa esto.

Las palabras proceso y autocreación deberían producirnos vértigo, porque son todo lo contrario de lo que nos dice nuestra experiencia consciente.

PROCESO: Se trata del famoso "somos y no somos" de Heráclito, al que añadimos, vivimos es decir cambiamos, nos transformamos, nunca somos lo mismo, aun siéndolo, y aquello que llamamos permanente es lo que otros y nosotros ya hemos hecho, es decir lo que ya no es, en lo que somos.

AUTOCREACION implica una deconstrucción continua y permanente, es decir una negación de lo establecido, de lo que se considera normal, verdadero, de las ideas y relaciones dominantes en cada uno de todos nosotros y en el nosotros de cada uno. Se trata nada menos que desaprender

Y exige una afirmación de lo distinto, de la diversidad, de lo contrario, de lo inédito, esto es la imaginación.

LA CULTURA es lo que un grupo de seres humanos hace para convivir y relacionarse, es decir, es una serie de formas de vida repetida y recreada constantemente por los individuos en sus relaciones comunitarias. La cultura se parece a uno de esos árboles gigantescos que tiene una parte muerta y permanente y otra viva en crecimiento y cambio exuberante. Pero esa parte inerte no se percibe fácilmente, y el árbol parece completamente vivo, de ahí la presencia constante del pasado como si fuera real y la dificultad para liberarnos de su peso. Se podría argumentar que la parte muerta del árbol es necesaria para que exista la parte viva, o también que la parte viva no necesita de la muerta, por eso se le pueden hacer túneles por los que pasan los automóviles, pero en realidad ambas son necesarias una como punto de partida y otra como punto de llegada permanente.

De esta perspectiva los cursos básicos de humanidades no son un punto de llegada sino un punto de partida.

Un punto de llegada es una meta final, un asunto cerrado.

Es pensar como pensaba Socrates, Marx, o Sofocles.

Pintar como Picasso, Oller, Dali, o Colls.

Componer música como Mozart, Rafael Hernandez, Cesar Santiago, Escribir como Laguerre, Borges, Ana lidia Vega, Luis Rafael Sánchez o Mario Cancel, Hablar el español como Camilo José Cela, Umbral o el italiano como Fabio Farsi. Es decir es repetir en uno mismo lo de otro,

¿A quien le agradaría ser así? Estoy seguro que a nadie al menos teóricamente.

A firmar que el estudio de las humanidades es para aprender lo dicho, lo establecido como conocimiento es una expresión de la ideología de la relación de domino, algo así como que las condiciones que le pone la parte vieja y muerta del árbol a la parte creciente y nueva. Desde esta perspectiva aprender se entiende como un trayecto que una vez recorrido, asegura que se sabe todo lo que se debe saber. Esto significa que se han adquirido una serie de conocimientos y destrezas con las que se puede repetir e imitar lo que se ha dicho hasta ahora.

Postular el conocimiento como punto de llegada, es una de las mejores estrategias para conservar y reproducir la relación de dominio, pues en ella saber es imitar, para imitar no se debe cuestionar, sin cuestionamiento, sin poner nada en duda, no hay problemática, si no hay una problematización de lo establecido, todo queda igual y por tanto todo queda como esta en la relación de dominio.

Este proceso acumulativo, reproductor de la relación social de dominio tiene un estricto control de calidad llamado examen que con apellido final y carácter común garantiza que se ha llegado a la meta, de manera que se puede asegurar la imitación, la repetición y por tanto la permanencia de lo establecido.

Esto parece bastante inocuo, casi aséptico, pues solo se trata de saber lo que se debe saber. Pero no es así, pues ahora los niños ya saben lo que hay que saber, y por tanto no tienen excusa alguna para obrar de otra manera. Si obran de otra manera les pasara lo que les pasaba cuando no estudiaban, cuando no querían aprender, se les castigara como con un examen y una mala nota con sus consecuencias.

Si concebimos así el estudio de las humanidades no se diferencia de cualquier otro estudio acumulativo de conocimientos establecidos como válidos por la formación socioeconómica dominante. Como resultado además de saber cosas de memoria aprende el arte de dominar, reforzando el ideal del poder con los placeres que se relacionan con el ejercicio del dominio.

Ahora si lo concebimos como punto de partida, entonces se trata de algo con lo que debemos discutir para llegar a saber su naturaleza y cualidades. Así cuando se estudian los mitos no es para repetirlos y memorizarlos sino para descubrir que llevó a su creación, que necesidad humana los hizo aparecer, reproducirse y multiplicarse, de manera que podamos descubrir si todavía hay mitos, por qué los hay, que lugar ocupan en mi vida.

Cuando se estudia la filosofía y el pensamiento, no es para memorizar y repetir lo que dicen los pensadores/as hay filósofos, sino para saber como pensaron, porque pensaron eso y no otra cosa, por que influyeron algunos y otros no, qué significa pensar, ¿acaso pienso yo como ellos? Cuales son mis ideas. Cuanto de lo que llamo mis ideas son realmente mías. Además aprendemos que lo que pasa por conocimiento en cualquier época histórica puede ser en realidad erróneo.

Cuando se estudia el arte y la música, es para descubrir nuestra necesidad de la belleza, como cambia, se manifiesta que necesidad satisface, como produzco yo el arte en mi vida. Así descubrimos cuan afinados están nuestros sentidos, cuan sensibles somos a la belleza, al sufrimiento, a la alegría y al dolor.

Cuando estudiamos las formaciones sociales aprendemos el origen y naturaleza del dominio, las consecuencias inevitables del temor que lo acompaña y que en la medida de nuestros temores así es la medida de nuestra carencia de libertades. Comprenderemos además que algunos que fueron reconocidos en la posteridad muy a menudo han sido impopulares en su época y que por tanto tener el valor de enfrentarse a la sociedad es una virtud de suprema importancia.

Todos estos ejemplos nos muestran que considerar los estudios humanísticos, o si queremos ser más modestos los cursos básicos de humanidades como punto de partida es proponer la desconfianza de lo que hemos aprendido y de lo que se nos enseña y por tanto la necesidad de desaprender para aprender, de que es necesario una búsqueda continua. Las afirmaciones absolutas, totalmente ciertas no pueden ser lo que dicen ser, porque siempre ocultan algo, lo que se dice ser de una sola manera siempre tiene otra, y lo que se postula como terminado también acaba de comenzar.

¿Por qué el titulo de lo que espera ser una conversación es el arte de aprender a vivir?. Pues porque al encontrarnos con las humanidades nos encontramos con la vida de los hombres y las mujeres en todas las manifestaciones que acabo de enumerar, no solo en su carácter individual sino sobre todo en lo que significan selectivamente en nuestra personalidad porque al saber la naturaleza y cualidades de los actos individuales y sociales de los seres humanos, descubrimos lo que hasta ahora hemos llamado la naturaleza humana, y sobre todo nos descubrimos lo que hasta ahora hemos llamado la naturaleza humana, y sobre todo nos descubrimos a nosotros mismos como resultado y como posibilidad. Aquellos que se niegan a conocerse como resultado niegan también sus posibilidades, como los que no querían saber de historia de Puerto Rico, por eso solo quieren aprender a funcionar según esperan de ellos.

Afirmar las posibilidades es proponer la actitud de la creatividad, la técnica de la sospecha y la búsqueda como interminable.

Aunque no lo parezca estos son los elementos de la naturaleza humana que nos han traído hasta este momento de nuestra vida particular y social.

Las humanidades son la ocasión para descubrir la naturaleza y cualidades de la vida, por tanto nos brindan la posibilidad de aprender a vivir.

José Manuel Maldonado Beltrán

Febrero 2005

Aguadilla. Puerto Rico

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