martes, 31 de agosto de 2010

Esteban Moore

El cultivo del asombro

Esteban Moore

En el El surco de los días, José Manuel Maldonado Beltrán labra los campos de la palabra, cosechará asombros. Maravillado, desconcertado, sorprendido frente al mundo y las cosas, el poeta se nutre y vale de ellos para construir las imágenes y metáforas de su universo poético. El hombre, en tanto individuo, nos insinúa, en este su último volumen de poemas, es un ser solitario que sólo valiéndose de la palabra como instrumento podrá valerse frente a la naturaleza, fundar sus relatos y trazar el sendero de su existencia.

En esa tarea, el poeta labrador en que se ha convertido Maldonado Beltrán, pone al barbecho la memoria, la suya propia y la de la lengua. Y, aguarda bajo los ardientes soles del trópico que esta recupere, al igual que la tierra descansada, todo su vigor, para luego extraer de ella aquellas palabras que transmitirán, como un torbellino, o quizás como uno de esos huracanes que atraviesan furiosos el Mar Caribe, sus emociones en la página.

Ezra Pound sostenía que lo único que habría de perdurar es la emoción, considerada ésta no sólo como un sentimiento, sino como un estado del espíritu ligado a la pasión. En El surco de los días particularmente, la noción de emoción se asocia deliberadamente a la de pasión, corporizándose ésta en términos tales como amor, justicia, libertad y la congoja y el pesar del hombre ante lo insensible de la realidad.

La pasión, elemento constitutivo de su poética, es en su voz un aullido soterrado que atraviesa la geografía de nuestro continente definiendo su actitud ante la vida y las responsabilidades que se ha impuesto como poeta: “Después de cien años de soledad / recobrar a Machu Pichu / bordear el Paraná / repensar el Aconcagua / sembrar de versos / la espesa lluvia tropical / salir sensato de Iparacaí / olvidar la suerte / en el Borda / resoñar a Zapata / abrasarnos en Río / y después de vivir / en la Habana / leer a gritos / el Canto General / todo debe hacerse ahora / callar jamás”

Entonces el poeta amparado en el viento moreno del Caribe hablará. Su mano no traicionará su boca cuando nos relate su “nostalgia del nosotros”. Su añoranza del nominativo del pronombre personal de primera persona en número plural, refiere a un pasado en que aún no nos podíamos imaginar lo que traerían bajo el brazo la post modernidad, la globalización y el mercado; aquel pasado en el que todavía los grandes relatos estaban llamados a torcer el rumbo de la historia. Un tiempo en el que aún existía la disposición a realizar la entrega del yo que tiene su correlato en el campo poético y se encarna en los textos de Maldonado Beltrán. El poeta norteamericano Sam Hamill, en su ensayo La necesidad de hablar expone el concepto de la siguiente manera: “El yo de mi poema no me pertenece. Es una primera persona impersonal, es la autorización para que el lector penetre en esa experiencia que denominamos poema." 1

La refundación del nosotros que se propone Maldonado Beltrán, profesor de filosofía, quien ha ejercido la docencia en las universidades de Dayton, Ohio y de Duquesne en Pittsburgh, EEUU y actualmente lo hace en la de Aguadilla, Puerto Rico, marca esta poesía existencial. En ella el yo lírico en tanto sujeto histórico observa, ejerce su mirada e integra al otro y la otredad, la naturaleza asimismo habrá de cobrar vida en este proceso: el árbol de hojas invisible /en el otoño pregunta / dónde se esconden /los bosques”. La interpretación que realiza de ella no será una meramente histórica, en sus diversas variantes, pues la inclusión del mundo natural y la belleza le permiten ir más allá de lo sociológico, económico o ideológico.

El Surco de los días en su conjunto denota varias características, entre ellas, un profundo sentido humanístico y amor por el prójimo, de la lectura de estos poemas se desprende que: “no habrán de triunfar aquellos que más puedan hacer sufrir, todo lo contrario, lo harán aquellos que tengan la capacidad de soportar el mayor de los sufrimientos. Ellos son los que finalmente heredarán la libertad en la tierra. Nuestro dolor, nos dice el autor, es nuestra mejor arma para enfrentar la adversidad.

José Manuel Maldonado Beltrán, nos propone finalmente en “Poética de los encuentros” aguardar: “con asombro indeliberado / la clase de asombro que nutre la imaginación / y el deseo sin justificación alguna / innecesario y pueril // no importa si estamos lejos del rincón /en que dejamos las alas al descanso / donde guardamos fotos descoloridas / y raros recuerdos con figuritas de madera y papel maché / al costado de la penumbra anticipada // muchos son los caminos / pocas las confluencias [···] decidir no es común en este deslizamiento / de costumbres y huecas seguridades”.

A pesar de que la experiencia, su propia experiencia humana le indica que es: “Mala cosa / cultivar asombros// ¿acaso no es la tierra / un horno encendido / de palabras / y la lluvia un litoral / consecutivo? Ante lo cual nos preguntamos ¿que ha sucedido, el poeta finalmente ante la realidad cotidiana ha caído en un profundo escepticismo? ¿Reniega de lo mágico maravillosa de la vida y la palabra? ¿De los mundos increados?

Él mismo habrá de contestarnos, renovando nuestra fe en ese inabarcable futuro que en ocasiones parece cerrar sus puertas a nuestra imaginación y sueños contestándose, replicando ante nuestras dudas:

“No despiertes

sigue soñando

que has soñado

despierto.”

Esteban Moore, Buenos Aires, 2010

1- Sam Hamill: The Necessity to Speak. A Poet's Work: the other side of

poetry, Broken Moon Press, Seattle, Washington, EEUU,1990.

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