obligue a la angustia a sentir el salto de los peces, la disposición del pájaro
oscuro en la rama dulce del limonero, el azahar que me consiente nacer cada
mañana despierto y se extiende con el rumor a olas del almuerzo. La otra historia
de las caderas deseadas en la siesta amoblada con las horas que regresan del ocaso.
Decir que es tarde en la tarde.
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