Coleccionar ganas
Las ganas deben coleccionarse para dárnoslas cuanto antes, como tener ganas de oírte hablar con ese acento tuyo que “la sangre amotina”, al decir de Sabina. Las ganas de contemplar el mar y admirarse de quien te espía con el rabillo del ojo; disfrutar la lectura de un poema que alguien escribió por ti sin decirlo; la deliciosa gana de hablarnos cuando empujan las palabras que te llenan el corazón y rebosan tu boca, las ganas de abrazar con emoción a quien también las tiene de abrazarte… sin miedo a que te hablen de locuras, esos álguienes que se nos filtran adentro atrapando deseos con arrugas en la frente y disfunciones de la sangre…
A las ganas de las locuras hay que darles su día cuerdo, eso de “hoy es mi día de locuras”, dárselas con los ojos muy entornados, casi a ciegas pero con trampa - “cierra los ojos y no veas que te beso” - y seguir con los ojos muy abiertos por dentro… y coleccionar los miedos para amordazarlos y desterrarlos con la primera tormenta de septiembre para que se espanten y no vuelvan, porque ya estarás en camino al “galope salvaje” de tus sueños, cerca de mi cumpleaños.
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